La rutina de las clases, afortunadamente, se veía interrumpida de vez en cuando por esas excursiones que tanta vidilla le dan un niño en edad escolar. Para muchos de nosotros, se trataba de todo un acontecimiento que incluso te quitaba el sueño a base de nervios la noche anterior. Aunque, para qué nos vamos a engañar, algunas de esas excursiones eran poco atractivas… Aquí hemos recopilado diez ejemplos.
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1. Panrico.
Y quien dice Panrico, dice cualquier marca de bollería industrial. Para muchos niños, la visita a esta gran fábrica era todo un acontecimiento. No solo porque fueras testigo del proceso de producción de ese Bollicao que te comías en el recreo… sino porque al final de la excursión… ¡te regalaban precisamente Bollicao! (O varios). ¡Y pegatinas!
2. Coca-Cola.
Ir a la fábrica de la Coca-Cola (o para ser más exactos, de una de sus distribuidoras en España) era también un acontecimiento parecido al de Panrico. Básicamente porque consistía en lo mismo. Aunque bien es cierto que esta visita tenía un halo de misterio… el secreto de la Coca-Cola. Aún así, el desencanto se te olvidaba con los regalos que te hacían a la salida.
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3. A algún programa de la tele.
En la década de los 80 y en la de los 90, la televisiones tenían un amplio abanico de programas infantiles a los que acudían colegios. Bien para concursar, bien como público, ir a la tele también era muy típico aunque a decir verdad uno acabara hasta el gorro de la grabación del programa de turno, que se hacía eterno.
4. Al Museo de Ciencias Naturales.
Todas las ciudades tienen el típico museo de Ciencias Naturales al que te llevan incluso más de una vez en tu etapa escolar. La visita, solo por salir de la rutina del aula, ya era bienvenida, pero te la pasabas entera tomando apuntes porque luego tenías que hacer un trabajo.
5. Al Parque de Atracciones.
Esto de cultural tenía poco, la verdad. Os podéis imaginar que para un crío era uno de los acontecimientos del año. Todo el curso esperando a que llegue mayo o junio para este momento.
6. Al zoo.
Aunque yo creo que nos lo pasábamos mejor en un parque de atracciones, ir a un zoo no estaba mal tampoco. En la visita no podía faltar ese espectáculo de delfines y/o de focas que a todos nos dejaba con la boca abierta y en el que suspirábamos por ser los elegidos para bajar a ser parte del espectáculo y poder tocar a esos simpáticos animales.
7. Al teatro.
Una docena de clases de una docena de colegios diferentes, juntas en una sala de teatro. No quiero ni pensar el infierno que eso tenía que suponer para los profesores encargados del ‘sarao’. En fin, seguramente no era de las salidas a priori más atractivas aunque cuando comenzaba la obra te quedases embelesado con ella.
8. Al parque de bomberos.
La de bombero siempre ha sido de esas profesiones que siempre salían cuando te preguntaban eso de ‘¿y tú qué quieres ser de mayor?’, así que os podéis hacer una idea de lo impactante que es para un crío ir a ver in situ el trabajo de esos súper héroes de carne y hueso, y poder tocar con tus manos esos camiones de color rojo por los que tanta atracción sientes cuando los ves por la calle con sus sirenas.
9. Al Safari.
Aunque era muy parecido al zoo… no, no era igual. La particularidad del safari era que iba con el autocar atravesando una especie de selva en la que… ¡los animales están sueltos! El no va más llegaba cuando pasabas por la zona de los monos y se te acercaban a tu ventana. ¡Casi podías tocarlos!
10. Al Planetario.
Si antes decíamos que la de bombero siempre ha sido de esas profesiones que siempre salían cuando te preguntaban eso de ‘¿y tú qué quieres ser de mayor?’, la de astronauta no le va a la zaga. Así que hazte una idea de lo mágico que podía llegar a ser que te contaran (y poder ver) más cosas acerca de las estrellas, los planetas y los satélites.
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