Berlín es la ciudad. Capital de capitales si es fiesta lo que se busca, todavía hoy representa como ningún otro destino la rebelde resistencia ante los que quieren acabar con la noche y sus ritmos desenfrenados. El movimiento okupa, los recuerdos del cabaret, el espíritu punk, la estética cyber… Y el techno. No se ha inventado una ciudad con más número de templos dedicados a la música electrónica y aquí te recordamos los más recomendables para danzar hasta el amanecer y más allá, para entregarse a la rave y al fiestón al aire libre. Estas son las 10 discotecas de Berlín más locas.
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Empezamos fuerte con la que puede adjudicarse la etiqueta de discoteca techno más famosa del mundo. El club berlinés por excelencia arrastra además un plus de aventura pues el derecho de admisión es tan aleatorio que nunca se sabe si uno podrá traspasar el umbral después de horas de espera en la cola. No hay dress code, no hay demasiados trucos, hablar alemán ayuda pero no basta, el caso es que la incógnita alimenta el mito. Dentro esperan sesiones exclusivísimas y una puesta en escena inolvidable entre lo fabril y la fluorescencia futurista. En el sótano aguarda además el club gay Lab Oratory.
Acaba de cumplir 25 añitos esta criatura nacida un par de primaveras después de la caída del muro. Se convirtió para la juventud, por tanto, en uno de los símbolos de la reunificación, un lugar de distensión entre espesa niebla en una especie de cueva de Postdamer Platz. En un nuevo emplazamiento desde 2005, el club no ha dejado de reformular la conexión del sonido Detroit con el de Berlín, y de sacar músculo con fiestas irrepetibles. Tiene sello discográfico propio.
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Llegamos tarde pero nos vemos obligados a incluir a esta discoteca en la ruta. Aunque ya no existe y haya sido reducida a escombros. Pero se trata de un centro de peregrinaje musical puesto en pie allá por 1907 por el arquitecto Ludwig Hoffmann. En el barrio de Wedding, el edificio pasó a ser en los años sesenta una bonita piscina interior hasta que se recicló en 2001 en discoteca fundamental, así como en centro cultural multidisciplinar. Pero las precarias medidas de seguridad llevaron a la demolición definitiva del inmueble el pasado año. Una pena.
4. Loftus Hall
Aunque el garito tenga una pinta escasamente lujosa, anclado en el tiempo en su look viejuno, lo cierto es que el glamour se lleva en la esencia. Y de buena música electrónica anda sobrado. La gente entra, y una vez se pone a bailar ya no hay quien la mueva del salón.
Una de las discotecas más emblemáticas, con su escaparate voyeur de cinco pisos encendido hasta las tantas a orillas del río Spree, en pleno Kreuzberg. La sesión de miércoles es imperdible y si eres muy fan del house y derivados merece la pena echar un vistazo al catálogo de su sello.
Tanto en formato indoor de invierno como en versión flotante a orillas de Treptow, se trata de uno de los nombres más demandados de Berlín, sobre todo las tardes de los domingos, momento sagrado de la escena clubber. Suena minimal, hay que ir desconectando poco a poco. No es muy grande, por lo que se pone hasta los topes.
En Friedrichshain, este club en realidad denominado ://about blank fue en su momento un lugar ilegal. El house y el techno se imponen en un edificio industrial reciclado que cuenta con zona exterior ajardinada para continuar la fiesta si el tiempo lo permite.
Muy cerca del anterior club está este otro ejemplo parecido en morfología reciclada y zona exterior pero algo más loco y freak en cuanto al ambiente pretendido. En sus distintos salones retro no sólo se danza al ritmo electro sino que el abanico de propuestas es mucho más amplio. Diferente.
Aquí la gracia está principalmente en la fenomenal azotea con terraza y barra de un edificio gris de época socialista localizado en Alexanderplatz. Las vistas despejadas a la ciudad suman a la hora de organizar fiestas a ritmo de dj. En la planta de abajo, club con barra central, pista de baile y zona de sofás.
Concluimos ruta en un lugar a la altura de la fama berlinesa. Una vieja tienda de bicis bajo el puente por donde pasa el S-Bahn lleva tiempo siendo uno de los antros más divertidos de la ciudad. Un tanto desastrado, el club atrae a fauna de todo pelaje que a lo mejor entra el jueves y sale el lunes a mediodía. Quien se aburre en Goldengate es que no le gusta Berlín.
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nose caule s mejormla vdd es q no me gustan todas mnose aber si hacemos mejor reviww