Hoy nos vamos a ir a la España profunda. A la España en fiestas, pero de pueblos pequeños, de esos de Castilla y León por ejemplo, o Extremadura, de los de 15 de agosto, de esos que se llenan cada verano de niños con sus padres y abuelos, que vuelven desde la gran ciudad, aunque sea por unos días, al lugar que les vio nacer o crecer. Esas fiestas son parte de nuestras tradiciones y probablemente los guiris no entiendan muy bien algunas de las cosas que hacemos en ellas, pero ya se sabe que ‘Spain is different’.
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Aunque parece que cada vez somos menos afines a las tradiciones de la Iglesia, durante la fiesta principal del pueblo, la iglesia se llena. Seguramente muchos no serán creyentes, pero es tradición, es ya un acto social al que acudir para saludar al resto de los vecinos y hacer un poco de vida en sociedad. Y no dejamos de prestar atención al cura. Porque los curas de pueblo no son como los de ciudad.
Ligado a lo anterior están las procesiones. No son solo de Semana Santa. En las fiestas patronales (como su propio nombre indica) se saca a paseo al santo o santa de turno como patrón o patrona del pueblo. La diferencia con las de Semana Santa es que estas procesiones tienen un carácter más festivo y amable, sin saetas, y con otro espíritu menos ‘doloroso’.
El día del patrón o patrona hay ‘dresscode’. Sí señor. Uno se pone sus mejores galas para bajar a misa por ejemplo. Da igual que haga 40 grados pero es importante ir arreglado.
Y de la misa… al bar a tomar el vermú. O la caña y el aperitivo. Da igual. El caso es que en muchos pueblos de España, el bar (si solo hay uno) o los bares, centralizan toda la vida social de las fiestas. Porque después de comer llega la hora de la partida (mus, tute y demás modalidades propias de cada región), y luego las cañas de media tarde y antes de cenar. Y luego las copas. En fin, que los hay que no salen de allí en todas las fiestas.
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No se entienden muchas de nuestras fiestas sin el toro o las vaquillas. Y es que ya se encargó Ramón García y TVE de trasladar a nuestros televisores el espíritu de las fiestas de pueblo con el Gran Prix. Y eso es lo que pasa: encierros, concursos de recortes, vaquillas… Algunos lo defienden y otros están en contra pero lo cierto es que al turista extranjero le llama mucho la atención.
¿Sabéis qué es un pilón? A ver cómo lo explicamos… El pilón es una especie de fuente, generalmente de granito, de la que bebe el ganado, y cuya agua cae a un gran vaso que está obviamente lleno del agua que cae. Y ahí entra una persona. Muchas plazas de pueblo tienen pilón (sobre todo pueblos pequeñitos), y claro, durante las fiestas se hacen muchas tonterías, y raro es el año en el que alguien no acaba en el pilón, bien de manera voluntaria o bien obligado por los demás. Si además eres ‘forastero’ (no eres del pueblo), tienes más posibilidades que nadie de ser víctima de este peculiar bautismo.
Una vez que llega la media noche empieza el baile en la plaza del pueblo. Aunque ahora se lleva la discoteca móvil, lo más típico de las fiestas es llevar una orquesta (como en la que empezó David Bisbal antes de ir a Operación Triunfo) que se encarga de cantar con más o menos acierto los temas más conocidos de ayer, hoy y siempre. Los miembros de la orquesta tienen que tener mucha paciencia (sobre todo ellas), y siempre marcan el mismo planning: primero los pasodobles y canciones de bailar agarrados, las rumbas, los temas setenteros… para los más mayores, que puedan disfrutar antes de irse a la cama. Después, pop nacional y éxitos del momento (la típica canción del verano). Y para terminar… esa música que tanto gusta en los pueblos, ese rock y heavy patrio del tipo Siniestro Total, Obús, Ska-P, Rosendo, Extremoduro…
No hay fiestas sin sus peñas. Grupos de amigos se juntan en un local, compran bebida y comida, e instalan allí su cuartel general, que visitan frecuentemente durante el baile en la plaza para ir a ‘recargar’ sus vasos. La peña siempre tiene un nombre gracioso (o que pretende serlo) y todos sus miembros tienen camisetas iguales, cada uno con su nombre (o mote) a su espalda. Y quien dice camiseta dice también sudadera, pantalones o hasta petos. Todo vale para ser el más original.
Otra de las costumbres de las fiestas es la diana, que consiste básicamente en ir por las calles del pueblo despertando al personal que, dicho sea de paso, se acaba de ir a dormir después de una noche de fiesta muy larga. Todo vale. Entrar a las casas (con la connivencia de los familiares que ya están despiertos) y aporrear puertas o incluso con petardos e instrumentos musicales. Y hasta que no te vean levantado, los de la diana (generalmente van todos de empalmada) no se van de allí.
Otro clásico de las fiestas es el torneo de fútbol entre los pueblos de al lado. Que el pueblo de al lado te gane en casa, en tus fiestas, es una afrenta difícil de asimilar, así que el partido da para mucho y los piques y el juego brusco son la tónica dominante en estos torneos que además muchas veces se juegan en unos campos dignos de otras latitudes.
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