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10 consejos para reconocer un buen hotel

Confiamos plenamente en vuestro criterio a la hora de seleccionar un hotel como está mandado. Pero hay veces que se falla, y el viaje de placer, o de negocios, o el que sea, se va por el sumidero al convertirse en pesadilla. Porque acertar con un hotel adecuado es decisivo. Estos son nuestros consejos para que no digas eso de “este hotel es una ruina”.

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1. Las gangas, en el mercadillo

Es conveniente darse una vuelta por la red para encontrar los precios más competitivos pero nunca la tarifa debe ser el único criterio de reserva. A veces lo barato sale caro. Si podemos evitar convivir con chinches al pagar un poquito más, casi mejor.

 

 

2. Cuestión de confianza

Si el hotel encabeza los rankings de críticas de usuarios, pero lo hace por abajo, será por algo. Hay que navegar, comparar, leer y fijarse en lo mejor y lo peor antes de hacer el último clic. Cuántas más críticas tenga un establecimiento, y su puntuación media sea más alta, más posibilidades tendrá de ser objeto de nuestro deseo.

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3. El GPS se vuelve loco

La señalización del hotel a veces se convierte en un problema. Cuestión de negligencia o de incordios administrativos, colocar la placa en el sitio estratégico puede hacer que lleguemos a la hora de cenar o al día siguiente. Llevar las coordenadas de ubicación metidas en nuestro GPS es la solución. No queremos perdernos por el camino, sino perdernos en el hotel.

 

 

4. King size vs jergón de muelles

El descanso es la primera condición innegociable en un hotel. Ya no podemos consentir hundirnos en camastros que chirrían conforme respiramos. Por eso, lo primero que hacemos al entrar en la habitación es probar el colchón. El grosor, la dureza, el tamaño, el lujo de las altas gamas… Nuestra espalda se merece una heavenly bed, las camas de ensueño de la cadena Starwood. Los hoteles Sofitel, Meliá y Palafox son también expertos en la tecnología del sueño.

 

 

5. Esta ducha ni me salpica

Estamos hartos de girar el grifo y recibir un hilillo de agua que apenas nos remoja el cogote. Exigimos potencia y control térmico fácilmente regulable, además de paneles sencillos que no nos resulten indescifrables. Algunas duchas requieren un croquis.

 

 

6. Generosidad en el lavabo

Sin salir del cuarto de baño, una buena señal es comprobar que no se escatima en amenities de cierta calidad. Ni a granel ni botecillos insignificantes que ni siquiera se renuevan. Y es que queremos asearnos todos los días, huéspedes raros que somos.

 

 

7. Muros de papel

Todos hemos experimentado noches en vela debido al alto nivel de decibelios proveniente de la calle o de las habitaciones contiguas. La insonorización es una de las tareas pendientes de muchos hoteles pero un valor seguro en materia de inversión. No hablamos de búnkers sino de cierta preocupación por los ruidos más molestos. Sí, esos en los que estás pensando.

 

 

8. ¿Dónde está mi enchufe?

Encontrar el enchufe para cargar la batería del móvil a veces se convierte en una yincana. El problema de tener pocos y escondidos no tiene que ver con el feng shui sino con el buen diseño. Vivimos hiperconectados y necesitamos enchufes a la vista que no nos hagan sufrir de lumbago.

 

 

9. Cruasanes de hormigón armado y café desatascador

El desayuno es la comida más importante del día y un valor diferencial de todo hotel. Puede ser muy elegante, muy caro, muy todo, que si a primera hora de la mañana nos presenta un bufé convertido en rancho a base de bollería industrial, congelados y café infame, el hotel merecerá ser tachado de nuestra lista para siempre. No hace falta emular el despliegue matutino del hotel Maricel de Mallorca. Con un zumo de naranja recién exprimido, un café de verdad y una tostada de hogaza tenemos más que de sobra. Calidad por encima de cantidad, de toda la vida.

 

 

10. Su sonrisa, gracias

Dejamos para lo último lo que a veces es lo más importante. La amabilidad, las atenciones, la simpatía de los anfitriones, son elementos cada vez más apreciados porque lamentablemente escasean. El factor humano engancha. Una sonrisa al otro lado del mostrador nos sigue pareciendo irresistible.

 

 

Foto cabecera: Sarah&Boston
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Miguel Á. Palomo

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