Ajoblanco. cyclonebill (Foter)
Es un hecho que no comemos igual en verano que en el resto del año. Las altas temperaturas actúan como factor principal pero influyen también un ritmo distinto, el ambiente vacacional y el terraceo. Disminuyen nuestras necesidades calóricas y tenemos la suerte de poder exprimir al máximo las posibilidades de una gastronomía versátil en cualquier estación. Estos son algunos platos que siempre comemos con el caloret.
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1. Gazpacho
Un verano sin gazpacho es sencillamente un desastre, un oxímoron. La sopa fría más patria cuenta con una receta por cada españolito de a pie pero siempre hay unos básicos que no deben saltarse a la torera: aceite de oliva, tomates maduritos, pepino en cantidad moderada, empleo sabio del agua y el pan (si es que creemos necesaria su participación)… Siempre mejor casero, obviamente, pero para un apretón hasta el McDonalds podrá aliviarte.
2. Salmorejo
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Si el gazpacho proviene de tierras andaluzas, la cuna de esta crema emparentada es Córdoba. Si uno quiere saborear el salmorejo canónico, debe acudir a la ciudad califal con una ruta intensiva de bares y restaurantes bajo el brazo. Su vida cambiará a partir de esta bendita indigestión. Por supuesto, salmorejos también hay muchos, y eso es lo bueno, así que conviene atreverse con el de maíz o con el de remolacha.
3. Ajoblanco
La santísima trinidad de los mejunjes veraniegos se completa con esta sopa fría de acervo ancestral y todavía inmensamente popular no sólo en Extremadura y Andalucía. Con mortero o batidora, la mezcla parte de una emulsión de aceite y almendra sobre la que entran en acción el ajo, el vinagre, el agua, el pan y la sal. ¿Versiones? Cada vez más, con la alta gastronomía como abanderada de este acompañamiento.
4. Paella
No hay que limitarse al verano, desde luego, pero el menú de chiringuito es papel mojado si al menos una vez a la semana no luce en él esta palabra mágica. Tampoco es momento de pontificar sobre la elaboración, ya que estamos ante el plato que provoca más fanatismo en nuestra piel de toro, generalmente levantina. Por lo tanto, elijamos bien el restaurante, o atrevámonos con la paella casera, pero hinchémonos semana sí, semana también.
5. Ensaladas
Tema infinito que sirve para enjuagar el paladar y refrescar el ardor. Más allá de la típica ensalada mixta que puede ser gloriosa o un despropósito, más allá de cientos de variantes con la creatividad como único techo, hay ensaladas a receta cerrada: el empedrat y la esqueixada, en Cataluña; el zorongollo, en Extremadura; la ensalada campera, en nuestros corazones…
6. Ensaladilla rusa
Licencia que nos permitimos al considerar que esta versión de ensalada merece epígrafe propio. Y es que la ensalada Oliver, de origen realmente ruso al haber sido inventada por Lucien Oliver en el restaurante Hermitage de Moscú, es un platillo tan veraniego como especial. Y es que de tan habitual en nuestro imaginario no nos damos cuenta de los atentados que muchas veces se perpetran con la ensaladilla rusa en muchas barras de España. Por lo menos, cada vez más restaurantes de categoría vuelven a dignificar un plato que merece ser cuidado y no convertirse en un ladrillo incomible.
7. Salpicón de marisco
Otro plato familia de las ensaladas, lo sabemos. Una opción sencilla y muy veraniega de combinar productos de huerta con productos marinos que puede alcanzar cotas de excelencia si el plato sabe realmente a Mediterráneo. Vale, en Galicia sabe a Atlántico y lo engullimos igual o mejor. Gambas, langostinos, pulpo, huevas, choco, y pimiento, tomate, pepino, cebolla. Sin olvidarse de la justa medida de aceite de oliva y vinagre.
8. Escalivada
Ups, ¿otra ensalada? No. Este plato maestro en Cataluña y buena parte de la costa levantina, más Aragón, consiste en asar verduras al rescoldo, en cenizas calientes, que esa es más o menos la traducción del verbo “escalivar”. Una vez enfriadas se cortan en tiras y se presentan a temperatura ambiente sobre una tosta de pan, como acompañamiento de un principal o en forma de timbal.
9. Tortilla de patatas
El que podría calificarse como el plato intocable de nuestra gastronomía adquiere una nueva dimensión cuando llega el verano. En la piscina, en el campo, en la playa, en el bar, en el restaurante con estrella Michelin, en la parada de rigor en carretera, en el camping, en la oficina, en el merendero… En bocata, en pincho, en ración… En cualquier lugar y condición, la tortilla de patatas tiene sentido si hace calor. No es que no moleste, es que sabe a gloria.
10. Helado de leche merengada
El batido de leche, clara de huevo, azúcar y canela es una de las bebidas dulces del verano, junto con la horchata. Ya convertida en helado, sirve de postre o cucurucho estrella. Cuando parece que nos hemos olvidado de ella, surge la ola de calor y ahí está, esperando a ser consumida a paladas.
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